lunes, 11 de enero de 2010

Marketing viral: fórmulas que se agotan y un éxito impredecible

En todas las reuniones entre creativos y clientes hay un denominador común: en las agencias quieren que su campaña sea viralizada por los usuarios, y las empresas esperan que el retorno de la inversión en publicidad sea inmediato. Y por supuesto, que el gasto sea mínimo. Todos quieren hacer un blog con miles de comentarios como Más respeto que soy tu madre, de Hernán Casciari o Ciega a citas, de Carolina Aguirre, y que termine en teatro o en TV.
Pero la realidad es que no existe una fórmula para lograr el efecto viral. Lo que cuenta es la percepción. ¿O acaso alguien en su sano juicio podría esperar que el mosquito transmisor del dengue se convirtiera en un éxito del marketing viral? Es lo que ocurrió con el sitio Picátelas Dengue, un proyecto que dio un paso más allá de la ocurrencia del nombre al crear un juego online para educar, concientizar y prevenir la propagación del mosquito, que en pocos días tuvo casi 2000 visitas. Pero la cifra es lo de menos. Es probable que cuando usted lea esta nota, la cantidad de personas que jugó en el sitio se haya multiplicado por diez o más. “No teníamos una expectativa numérica, pero está funcionando bien. Además recibimos consultas de maestras y enfermeras, que utilizan el juego para educar a los alumnos y a las personas que visitan los centros de atención”, cuenta Jennifer Barnfather, de Empoiesis, un grupo de creativos, programadores y diseñadores web responsables de este proyecto.
Una de las cuestiones principales en las campañas que logran viralizarse rápidamente es el contenido. En esta época del año, el dengue vuelve a estar en la agenda pública, luego de pasar los meses de invierno con menor atención debido a la gripe A. “
El adelantamiento de las elecciones 2009 fueron el tema central del Día del boludo, acción compuesta por un blog, un grupo en Facebook y un espacio para subir videos en el que los usuarios cuentan cuáles son sus razones para autodefinirse con la palabra más usada por los argentinos.“Surgió la teoría de que en este país nadie quiere ser el único boludo que hace las cosas bien y que los vivos, los cultores de la famosa viveza criolla, vivían pasándonos por arriba”, resume Agustín Arroyo, redactor de MG54, agencia digital.
El tema resultó de interés para los internautas. El video original, subido a YouTube por la agencia, tuvo 88.600 reproducciones, y el sitio fue visitado por más de 110.000 personas. Hoy, los usuarios siguen subiendo sus propios videos. “El resultado final lo vamos a ver el año que viene, cuando se cumpla el primer aniversario de las elecciones. El día antes, va a ser el día del boludo. Si logramos eso, quedamos por hechos”, agrega.
Esta iniciativa, relacionada con las promesas incumplidas, tiene varios antecedentes. El más notorio es Hacete cargo Nicole, un blog surgido en septiembre de 2007 que exigía a la modelo Nicole Neumann que cumpliera su promesa de desnudarse en Corrientes y Florida en pos de la defensa de los animales.
“Los medios estaban cubriendo el tema desde la calle. De hecho, Nicole pasó pero no se animó a bajar por la cantidad de personas que se habían juntado. Estábamos en la agencia mirando todo eso por TV y empezamos a pensar en hacer algo para que se haga cargo de la promesa. Hicimos un video parodiando un comando terrorista con mascaras compradas en una casa de cotillón y salimos a ver qué pasaba”, cuenta Ezequiel Ardigó, que en ese momento trabajaba en Ceronegativo, agencia que estaba detrás del blog.
El resultado no podía ser mejor. Los videos tuvieron más de 100.000 reproducciones y fueron emitidos por televisión, lo cual los ayudó a masificar la movida.
Sin embargo, lo que lograba viralidad hace dos años, hoy no resulta tan efectivo. En el mundo digital, el éxito viral es efímero, y los recursos creativos tienden a agotarse rápidamente.“Para evitar eso, tratamos de lograr que las personas se apropien del sitio, que lo usen y que aporten sus contenidos usando el formulario de contacto y el mapa de los centros de tratamiento”, remarca Barnfather, de Empoiesis.


Por Darío Laufer